Archive for noviembre 2010

Los claroscuros de Benedicto XVI

noviembre 26, 2010
Los claroscuros de Benedicto XVI
Bernardo Barranco V.

Las inesperadas y sorprendentes declaraciones del papa Benedicto XVI sobre el uso del condón que se justifica en algunos casos particulares, sobre todo bajo los riesgos de contagio de enfermedades de transmisión sexual, han provocado reacciones inusitadas en todo el mundo. Estas afirmaciones están contenidas en el libro Luz del mundo. El Papa, la Iglesia y los signos de los tiempos, resultado de seis horas de entrevista del pontífice con el periodista alemán Peter Seewald, realizadas del 26 al 31 de julio pasados en la residencia de Castel Gandolfo del Vaticano. Si tal aseveración la hubiese realizado un obispo ordinario le habría caído la reprobación de la Iglesia o, peor aún, si un teólogo, esa rara especie en extinción, se hubiese atrevido públicamente a justificar el uso del profiláctico, muy probablemente se le habría abierto un juicio canónico y estaría en las listas negras, condenado al ostracismo. Pero, ante la incredulidad de la curia, ¡lo dijo el Papa!

Es cierto que pueden ser insuficientes y hasta tardías las afirmaciones de Benedicto XVI, pero lo valioso es que abren el tema a la discusión, precisamente cuando la Iglesia ha estado cada vez más hermética en debatir a fondo y con apertura una controversia que se había venido petrificando. La sorpresa en el mundo católico fue mayúscula; los obispos consultados por la prensa nerviosamente evaden las respuestas hasta no haber leído el libro o recibir indicaciones expresas de Roma. Lo significativo de este episodio es que los actores religiosos más conservadores y recalcitrantes de la Iglesia están obligados a tomar otras actitudes y a debatir en nuevos terrenos la utilización de los preservativos. Por ello, el vocero del Vaticano, Federico Lombardi, apuró a precisar y aclarar en larga conferencia de prensa, este domingo, que el Papa no cambia ni reforma la enseñanza ni la concepción de la Iglesia sobre el uso del preservativo. Si bien es cierto que Benedicto XVI no lo dijo en una encíclica o instrucción formal, lo dicho, dicho está a nivel mundial.

El libro de 176 páginas aborda con desenfado y naturalidad coloquial diferentes temas, como la soledad del pontífice, su cotidianidad y espiritualidad, así como cuestiones de actualidad: detalles de su entronización, los escándalos de sacerdotes pederastas, la homosexualidad, la crisis económica, el narcotráfico, la infalibilidad del Papa y su personal disposición a renunciar en caso de ver disminuidas sus facultades. Con tono de queja, Seewald, el entrevistador, dijo a Radio Vaticano que era ridículo que la prensa internacional sólo se centre en el tema del condón y deje de lado la oportunidad de conocer más profundamente la persona que es Benedicto XVI. Sin embargo, el reclamo es infundado, pues el Papa abre a la Iglesia a repensar cuestiones en la que se ha estigmatizado. El tema no es menor porque toca el corazón del debate entre la enseñanza moral de la Iglesia y la modernidad contemporánea, es decir, el papel de la sexualidad en la sociedad y en la propia Iglesia.

La Iglesia desde la encíclica Humanae Vitae (1968) se ha opuesto sistemáticamente a la utilización de medios anticonceptivos como la píldora, ha sido persistente en su condena a los afanes de la sociedad para separar sexualidad y reproducción. Joseph Ratzinger, notable intelectual, se abre razonablemente en la entrevista a reconsiderar posiciones sobre el uso del condón. Incluso, toma distancia crítica de sus tajantes declaraciones realizadas en el avión que lo llevó de visita a África, en 2009. Debemos observar y estar atentos a la reacción de la conservadora y vieja guardia wojtyliana que seguramente cerrará filas para matizar y desdibujar el importante paso de Benedicto XVI.

También quiero abordar las referencias a Maciel y a los legionarios de Cristo. El Papa lamenta el retraso y lentitud con que la Iglesia actuó frente a las aberraciones de Marcial Maciel. Reconoce el tono crítico que existe en México, incluidos importantes sectores de la propia Iglesia, que pugnan por la disolución de la orden religiosa. Aunque admite que la Iglesia ofreció protección a Maciel: estaba muy bien encubierto, no especifica por quiénes ni menciona su propia cuota de responsabilidad. Sin embargo, anuncia el rescate de la congregación porque percibe ahí una comunidad sana a la que habrá que introducir reformas y modificaciones. Aquí no hay autocrítica ni el pontífice se atreve a ir más lejos. Todos se desentienden de Marcial Maciel, hasta sus propios discípulos hoy en la cúpula, como si el personaje fuera un extraño accidente en la vida de la Iglesia. Como si las patologías de Maciel sólo se hubiesen realizado fuera de la orden y de la Iglesia. Absurdo. Por un lado un personaje siniestro, lleno de perversidad al final de cuentas y de manera misteriosa deja una obra religiosa sana y llena de amor. Difícilmente puede ser aceptable tal argumentación viniendo de una mente tan aguda como la del Papa. En la propia presentación del libro, en la sala de prensa del Vaticano, Rino Fisichella, presidente del Pontificio Consejo para la Promoción de la Nueva Evangelización, pidió investigar a quienes encubrieron al sacerdote. Expresó lo siguiente: Tenemos que ser capaces de verificar cómo (los actos inmorales del fundador) fueron bien cubiertos en el interior de la congregación. Porque una vida negativa como la de Marcial Maciel debe tener sus causas hacia adentro (se debe investigar a) quien tomaba sus citas, preparaba su agenda y lo llevaba en coche.

Es evidente que hay sectores en la propia curia que no han quedado satisfechos de cómo se está resolviendo el caso de los legionarios. Lo que está en juego con los legionarios, ya lo hemos expresado, es un modelo de Iglesia. Luz del mundo nos permite, al parecer, acercarnos más a la persona que actualmente se desempeña como Papa, por supuesto, con sus claroscuros.

La Jornada, miércoles 24 de noviembre de 2010

Raúl Vera, el pastor de las controversias

noviembre 26, 2010
Raúl Vera, el pastor de las controversias
Bernardo Barranco V.

El 7 de noviembre, Raúl Vera, obispo de Saltillo, recibió el premio Rafto 2010, por su destacada actuación en la defensa de los derechos humanos y la justicia social en México. Monseñor Vera fue galardonado por la prestigiada fundación noruega Rafto, porque es un crítico del abuso del poder y un defensor valiente de los inmigrantes, los pueblos indígenas y otros grupos en peligro. Raúl Vera, a lo largo de su trayectoria, se ha atrevido a cuestionar con firmeza a las autoridades y a defender los derechos humanos de grupos más vulnerables. No es un personaje que calcula sus reproches y cuestionamientos a gobiernos, no hace mucho calificó de dictador a Felipe Calderón por no reconocer la amalgama de complicidades entre la delincuencia organizada y el Estado mexicano. Sus posturas han llegado a chocar con muchos obispos, como fue el caso de la condena a los matrimonios gays y a la condición homosexual; allí Vera llamó a quitar prejuicios y no actuar como fariseos, se refirió a quienes consideran que aquellos que tienen una orientación diferente a la heterosexual son incapaces de realizar aportes a la sociedad, por ejemplo como padres o madres de familia, sin necesidad de aparentar lo que no son. La diócesis de Saltillo es una de las pocas que tiene un trabajo pastoral con este sector, apoya a la comunidad de San Elredo, que promueve los derechos humanos de homosexuales y lesbianas.

Raúl Vera goza del reconocimiento, no sólo de parcelas progresistas de la sociedad, sino aun por conservadores que, sin estar de acuerdo con sus posturas, lo toma en cuenta. Es uno de los pocos obispos respetados por diferentes sectores de la clase política, desde el gobernador Humberto Moreira –quien ya lo postula para el Premio Nobel y admite que a veces le jala las orejas– hasta Andrés Manuel López Obrador –quien lo declara el mejor obispo en México.

La fórmula de monseñor Vera es sencilla, es una persona honesta y congruente. Vive el evangelio con todas sus exigencias y sabe trasmitir con fervor su fe. En su casa no tiene piscinas ni gimnasios, no aparece en las revistas sociales en banquetes junto a los acaudalados ni tiene órdenes de aprehensión por millonarios fraudes. Es un pastor coherente. Él mismo se define obispo controvertido, defensor perseverante de los derechos humanos: indígenas, mujeres, mineros, campesinos, migrantes, homosexuales. Crítico de los gobiernos panistas y del uso de la violencia indiscriminada de las fuerzas armadas en la lucha contra el crimen organizado.

Vera es uno de los pocos herederos de aquella mítica generación de obispos y pastores profundamente comprometidos con los pobres y en la defensa de los derechos humanos que en las décadas de 1960 y 70 enfrentaron en diversos países de América Latina la represión de los autoritarismos militares. Aún se recuerda a personajes como Helder Cámara, de Brasil, y Óscar Romero, de El Salvador. Mientras esta generación de prelados maduraba en la Conferencia de Medellín, Colombia, en 1968, el joven estudiante de la Facultad de Ingeniería en la UNAM Raúl Vera vivió en carne propia el movimiento estudiantil en México. Vera tiene notorias diferencias con el resto de los obispos mexicanos; mientras la mayoría de los prelados ingresan al seminario siendo casi niños, entre los 11 y 14 años en promedio, casi 70 por ciento, Raúl Vera ingresa a la orden de los dominicos con 23. El obispo de Saltillo es uno de los poquísimos prelados que ha cursado su carrera en una universidad pública y secular; recordemos que la mayoría de los obispos ha adquirido su formación en instituciones intraeclesiásticas, por cierto casi 40 por ciento de los prelados ha pasado por la pontificia universidad gregoriana situada en Roma, Italia. Estos datos, para algunos intrascendentes, revelan la mayor sensibilidad social de Vera, así como la mayor capacidad de interlocución secular que posee el obispo. “L’Église, c’est un monde”, diría Emile Poulat, mi viejo profesor de sociología de la religión, porque muchos obispos no conocen otro.

Monseñor Vera es designado en 1995 obispo coadjutor en la diócesis de San Cristóbal de las Casas, en pleno levantamiento zapatista, el entonces nuncio Prigione lo coloca allí para neutralizar y contrarrestar la labor de Samuel Ruiz. Vera sorprende a la opinión pública porque no sólo hace propios los compromisos de la diócesis, sino radicaliza su opción pastoral por los indígenas ante el estupor de los sectores conservadores de la Iglesia mexicana y del propio gobierno mexicano. De ahí que ante el retiro de Samuel Ruiz, el Vaticano no lo confirme como sucesor en la diócesis y lo nombra obispo de Saltillo, en 1999. En Bergen, Noruega, en su mensaje de agradecimiento por el premio, Raúl Vera López expresó: A través de mi labor pastoral, en colaboración con grupos de defensores de los derechos humanos, me ha tocado ser testigo de cómo impunemente se atenta contra la dignidad de la persona, en diversos ámbitos y distintas áreas geográficas de México… La impunidad es la característica actual de la administración de justicia en México; aun en los casos aparentemente resueltos para quienes piden justicia, no existe reparación del daño, ni cumplimiento de sentencias o recomendaciones internacionales, ni castigo para los violadores de los derechos humanos dentro del Estado. La Fundación Rafto se pudo haber equivocado en haber elegido a la persona no adecuada para su Premio 2010, pero no se equivocó en elegir a México para hacer denunciar ante la comunidad internacional la terrible situación de violaciones sistemáticas a los derechos humanos de parte del gobierno contra hombres y mujeres ciudadanas de nuestro país. Felicidades.

La Jornada, miércoles 10 de noviembre de 2010