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Los secretos de la ultraderecha católica

noviembre 25, 2009

Los secretos de la ultraderecha católica

Bernardo Barranco V.

 

El Yunque es una sociedad semisecreta que nace en México a mediados de los años cincuenta en plena guerra fría, alentada por religiosos poblanos, persigue la finalidad de  “instaurar el reino de Cristo en la tierra”. Traducido al leguaje llano,  el objetivo del Yunque es incidir en el poder público para instaurar en México un Estado católico. Actualmente detenta importantes niveles de poder e influencia política, económica y religiosa a través principalmente del PAN. Así lo refiere Luis Paredes (alias Enrique Cid) en el libro que acaba de aparecer en los estantes de las principales librerías, titulado “Los secretos del Yunque, historia de una conspiración contra el Estado mexicano”, de la editorial Grijalbo. Digámoslo claro, el texto no aporta datos nuevos ni revelaciones espectaculares a las investigaciones sobre el tema,  realizadas por Álvaro Delgado y Edgar Gonzáles Ruiz. Sin embargo, el valor del texto es que es un valioso testimonio de un arrepentido militante yunquista, activo desde 1968,  que se atreve afirmar que la organización ha sufrido mutaciones y desviaciones que la coloca por sus métodos de coacción como una asociación de carácter delictivo. El autor revela que el PAN ha tenido tres presidentes surgidos de la organización: Luis Felipe Bravo Mena, Manuel Espino y el actual César Nava. En el poder destacan actualmente, tres gobernadores yunquista en los estados de Guanajuato, Jalisco y Morelos. De ellos, descuella despunta el “gober piadoso” Emilio González quien apoya fervorosamente con recursos públicos la construcción de un megamonumento cristero. Altos funcionarios públicos han surgido de las filas de esta organización católica como Carlos Abascal, Luis Pazos, José Luis Luege Tamargo, Alberto Cárdenas,  Cecilia Romero, Ana Teresa Aranda. Y muchos más nombres,  entre los que destacan sus verdaderos dirigentes Bernardo Ardavín (Coparmex) y Guillermo Arzac (movimiento blanco).

 

La ultraderecha católica mexicana, busca instaurar un orden social cristiano. Es heredera de lo que el sociólogo francés, Emile Poulat, denominó el catolicismo social intransigente, cuyas raíces se remontan al rechazo de los valores y sistemas sociales construidos por la modernidad que se sustentan en la racionalidad y en la noción de progreso e individuo. Esta ultraderecha católica es depositaria del radical pensamiento cristero, rabiosamente anticomunista, antiliberal masónico y antijudío. La versión más contundente  de este  antimodernismo católico es personificada por el Papa Pío IX en su famoso Sylabus de 1864. Ya Guillermo Arzac, en su clásico libro: “La democracia en México”,  alertaba con preocupación la reactivación de estos grupos en 1961,  que además de exaltar campañas anticomunistas, “cristianismo sí comunismo no”, manifestaban preocupación por la “ profanación de las costumbres”  Esa misma matriz intransigente ha llevado a la violencia no solo a grupos de derecha sino a católicos de izquierda. La ultraderecha católica mexicana fue  ingeniosamente caricaturizada por el periodista Manuel Buendía, a la que llamó la “Santa Mafia”.

 

En los secretos del Yunque, Luis Paredes, describe las negociaciones y alianzas con prominenetes políticos priistas que van desde el presidente  José López Portillo, Mario Marín hasta Manuel Bartlet; igualmente se develan redes de acción y complicidad con organizaciones afines,  destacan las históricas como MURO, GUIA, FUA: Así como  las actuales: Pro Vida, Desarrollo Humano Integral y Acción Ciudadana (DHIAC), la Asociación Nacional Cívica Femenina (Ancifem), la Unión Nacional de Padres de Familia, Caballeros de Malta, entre otros. Y estrechos contactos con los Legionarios de Cristo y Opus Dei. Del libro se desprende claramente, la lucha por el poder interno. El permanente sabotaje yunquero sobre Felipe Calderón tendiente a debilitarlo y coparlo

 

En una sociedad mexicana cada vez más abierta y sensible a la globalización de los mercados; una sociedad más  plural, diversa y multicultural la propuesta yunquista es no solo anacrónica sino peligrosa porque trata de imponer una sociedad teocrática de pensamiento único que como algunas repúblicas islámicas, reinan el autoritarismo, la intolerancia y el totalitarismo. ¡Qué Dios nos proteja del Yunque!.

Milenio Estado de México, Jueves 26 de noviembre de 2009

Los laberintos de la ultraderecha católica

diciembre 11, 2008

Los laberintos de la ultraderecha católica

La Jornada, miércoles 12 de noviembre de 2008

La ultraderecha católica mexicana se caracteriza por pretender instaurar un orden social cristiano desde una delirante militancia cuyo epicentro más reciente se sitúa en la guerra cristera 1926-1929. El propósito es construir un orden social teocrático protomedieval. De ahí que los valores, la ética social y la política son su campo de lucha preferidos. Dicha derecha es heredera de lo que el sociólogo francés Émile Poulat denominó catolicismo social intransigente, es decir, su apuesta histórica no está a debate; las raíces históricas se remontan por el tajante rechazo de los valores y sistemas sociales construidos por la modernidad que se sustentan en la racionalidad, la cientificidad y el materialismo. La versión más radical del antimodernismo católico es personificada por Pío IX en su famoso Sylabus de 1864, donde evidencia la colección de errores modernos en orden alfabético.

Pablo González Casanova en su ya clásico La democracia en México alertaba con preocupación sobre la reactivación de estos grupos en 1961, que además de exaltar campañas anticomunistas, bajo la consigna: “cristianismo sí, comunismo no”, manifestaban tajante rechazo a lo que entonces llamó la “profanación de las costumbres”.

Bajo el sello de Grijalbo, los periodistas Salvador Frausto y Témoris Grecko acaban de publicar El vocero de Dios, Jorge Serrano Limón y la cruzada para dominar tu sexo, tu vida y tu país. Más que una investigación sobre Serrano Limón, es un texto sobre la derecha católica mexicana. Si bien los autores para nada se identifican con las posturas y acciones de Pro vida ni de su fundador, lo respetan por su congruencia y evitan la caricaturización de un personaje tildado de “fanático”, vehemente ultraconservador, que desde la década de los 80 es el actor más visible de la radicalidad intransigente católica. Los autores reiteran: “La diferencia fundamental entre Jorge Serrano Limón y muchos de estos personajes es de congruencia ideológica: él se presenta públicamente como lo que es, sin ocultar o moderar las actitudes que lo hacen odioso ante la opinión pública; otros, en cambio, han alcanzado maestría en el manejo de los trucos del cinismo y saben disfrazar su fanatismo y su intolerancia al presentarse ante los electores y los fieles”.

Sin un sólido andamiaje intelectual, testarudo y primario, el tenaz maratonista Serrano Limón es objeto del escrutinio de los periodistas. Analizan su vida, sus influencias tempranas y perseverante lucha contra el cáncer. Luchar es parte de su vida. Pero no está solo: ronda en las órbitas de El Yunque junto con organizaciones como la Unión Nacional de Padres de familia, A Favor de lo Mejor, Coordinadora Ciudadana, Mejor Sociedad, Mejor Gobierno, Centro de Liderazgo y Desarrollo Humano, formada por Coparmex en Chihuahua, la Acifem, por mencionar algunas de las redes.

Los autores identifican benefactores y patrocinadores en familias y personajes como Barroso Chávez, Servitje, Sánchez Navarro. Ideólogos y animadores de toda esta red: Guillermo Velasco Arzac, Bernardo Ardavin, Guillermo Bustamante. Servidores públicos y políticos como Diego Fernández de Cevallos, Carlos Abascal, Bernardo Fernández del Castillo, Alberto Cárdenas, Ana Teresa Aranda, Cecilia Romero y casi todos los gobernadores del bajío. Serrano Limón ha sido utilizado y desdeñado por estos personajes; ha sido chivo expiatorio de muchos que son tan intolerantes como él, y que reciben los beneficios políticos de su activismo, pero se resisten a aparecer cercanos a él y mucho menos a tomarse la foto con el líder de Provida.

Los autores reiteran la complejidad, tan poco estudiada de la derecha católica en México: “ni El Yunque es toda la ultraderecha ni la ultraderecha es toda la derecha. El Yunque es un actor con gran influencia en el espectro político, pero no es el único todopoderoso (…) La organización comparte e incluso disputa espacios en la ultraderecha católica con otros movimientos, como los Tecos de Guadalajara y la Unión Nacional Sinarquista; con órdenes como el Opus Dei, la Legión de Cristo, los Caballeros de Colón y los Caballeros de Malta” (p. 239).

La crisis de las tangas y los aprietos de Provida para comprobar más de 30 millones de pesos, indebidamente concedidos por Luis Pazos, arrojaron el desgaste de Serrano Limón, evidenció la poca capacidad de reacción y convocatoria frente al episodio de la despenalización del aborto en el DF, en 2007. Igualmente, advierten los autores, la discrecionalidad y corrupción imperante en el manejo de los recursos públicos que favorecen este tipo de organizaciones y personajes.

La erosión de Serrano Limón es la misma de la ultraderecha que hasta hace poco pretendía hablar en nombre no sólo de todos los católicos, sino de todo el pueblo mexicano. La derecha se erigía como depositaria de los valores tradicionales y de la esencia de la mexicanidad mestiza. Los cambios concebidos como acciones verticales desde el poder, desde la penetración a las cúpulas gubernamentales, desde las elites, son hipótesis que deben revisar los católicos neomedievales, incluidos obispos, pues la derecha se ha alejado de sus bases y ha perdido importantes batallas culturales. El México secularizado se viene imponiendo lentamente desde la cultura; los católicos mayoritarios vienen formando un nuevo tipo de familias, ante la prohibición de la jerarquía católica acuden masivamente a ver El crimen del padre Amaro; los mexicanos enfrentan los tabúes y sin culpabilidad reivindican su sexualidad y su cuerpo, desnudándose multitudinariamente, batiendo récord, frente a la catedral metropolitana. La ultraderecha está atrapada en un círculo vicioso porque ha llegado al poder y ha extraviado, como la izquierda, su proyecto. Su ideal histórico se desdibuja y se subordina a la implacable lógica del poder y de los privilegios personales adquiridos. Ante esto, Serrano Limón, tocándose la nuca, lamenta la tibieza y hasta la traición de la ultraderecha católica.