Nuevo Papa y nuevo pacto eclesial

Los papables

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Nuevo Papa y nuevo pacto eclesial

Posteando Bernardo Barranco

El largo pontificado de Juan Pablo II generó una gran corriente de una Iglesia gloriosa, más triunfalista, mediática, masiva e imperial, la cual estuvo manejada, sobre todo, por el cardenal Angelo Sodano, que, como todos sabemos, es un político que fue muy amigo de personajes como Augusto Pinochet y Marcial Maciel. Incluso hay nuevas investigaciones que demuestran que Sodano se dejó corromper por los Legionarios.

Ésta es la atmósfera, la larga agonía del papa Juan Pablo II que llevó a los diferentes grupos a alcanzar acuerdos, lo cual quedó demostrado en el cónclave en el cual Benedicto XVI fue electo. Es decir, el papa Ratzinger representaba la continuidad. No de balde había sido el colaborador intelectualmente más activo. Esto llevó a un gran acuerdo entre las diferentes fuerzas conservadoras que dejaron lejos y atrás el sector progresista del Concilio Vaticano II, que estaba en ese momento encarnado en el cardenal Carlo María Martini.

Todo este gran andamiaje, toda esta gran burbuja ilusoria que dejó Juan Pablo II, de una Iglesia triunfalista, de espectáculo y teatralidad se sustentaba en el carisma y en la gran personalidad de ese Papa polaco. Pero este se le fue desmoronando a pedazos a Benedicto XVI.
En definitiva, la crisis que enfrentó en torno a la pederastia en Estados Unidos, Irlanda, Australia, Alemania o en México, con los Legionarios de Cristo, sacudió la Iglesia católica, de una manera profunda y dramática. Ante esta gran crisis, la vieja guardia de Juan Pablo II, encabezada por Sodano, y en la que se agrupan por ejemplo, Giovanni Battista Re, Leonardo Sandri o Eduardo Martínez Somalo planteó enfrentar, como un solo puño, al enemigo externo, que para ellos era el lobby político-masón en Washington y el lobby mediático de los judíos de The New York Times, en Nueva York. Benedicto XVI no entra en esta estrategia, fue más auto crítico, e incluso hizo grandes reformas en torno a la pederastia, con un enfoque más a favor de las víctimas. Alargó, por ejemplo, el periodo de prescripción de ese delito y legisló entregar a las autoridades seculares a los curas pederastas.

Estas posturas fueron mal vistas por el viejo sector wojtiliano, de manera que ese pacto -que unió primero las facciones del Vaticano- se fracturaron. Todo esto está documentado mediante el fenómeno llamado Vatileaks y que están concentrados en un libro de Gianluigi Nuzzi, que se titula: Su Santidad, Las cartas secretas de Benedicto XVI, el cual muestra estos antagonismos, estas luchas feroces y palaciegas entre los sectores viejos, encabezados por Sodano, y el sector igualmente conservador, pero más pastoral, en el que está el mismo Papa, con su secretario de Estado, Tarcisio Bertone. Este último es el personaje más atacado en todos esos escándalos. El Papa Benedicto XVI queda muy vulnerable frente a todo.  Sufre de debilitamiento pero con su  renuncia obliga al conjunto de la Iglesia al cónclave y  a las grandes facciones de la curia a reunificar criterios en torno a un proyecto de sucesión, a un debate para   encontrar nuevos equilibrios y nuevos pactos. En suma a reconstruir los  tejidos sociales que se han fracturado en los últimos dos años. Los cardenales bajo la mirada inquisitiva de los medios se plantean antes de entrar en el cónclave reformar la corrupta curia romana como paso obligado para empezar sanear la Iglesia.

Milenio Estado de México, jueves 7 de marzo de 1013

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